HÁBITOS DE ALIMENTACIÓN

En ésta etapa de la vida los cambios alimentarios es una de las cuestiones más destacables.
A partir del primer año, los pequeños/as cambian mucho su comportamiento alimentario. Hasta entonces comen lo que se les da.
Alrededor de los dos años empiezan a comer solos/as. Poco a poco empiezan a utilizar los cubiertos, primero la cuchara y después lo demás. También dejan de utilizar el biberón y empiezan a beber en vaso.
A medida que se van incluyendo diferentes alimentos en la dieta, se producen cambios en los sabores y texturas. Es conveniente introducir poco a poco frutas, verduras, pastas cocinados de forma diferente y con diferentes condimentos.
Es importante distribuir las comidas en 4-5 tomas. Tres de ellas deben ser completas y equilibradas en cantidad y calidad, es decir deben contener todos los tipos de alimentos en las proporciones adecuadas. Las otras dos comidas intermedias, ligeras pero no por ello menos nutritivas. Son las más apropiadas para los alimentos lácteos y derivados.

Se deben ir incluyendo a partir de los 3-4 años, las comidas en guisos, mezclar carne o pescado con verduras, patatas, pasta, o bien cereales con verdura pero no para servir en forma de purés sino en la forma de comida conjunta. Este tipo de comida facilita el desarrollo del gusto.
Pero además de estos cambios, hay otros factores que pueden modificar para bien o para mal la alimentación infantil.
La familia influye en los niños y niñas de forma decisiva. Ellos/as imitan a sus mayores en todos los hábitos de la vida, incluida la alimentación.
NO HAY QUE OLVIDAR QUE “LA HORA DE COMER” DEBE SER LO MÁS AGRADABLE Y DISTENDIDA POSIBLE. COMER TODA LA FAMILIA JUNTA ES IMPORTANTE.
A veces, por falta de tiempo para elaborar las comidas se adquiere la costumbre de comprar alimentos precocinados, productos enlatados, comida rápida: UN POCO DE VOLUNTAD EN LA BUENA PRÁCTICA ALIMENTARIA PUEDE HACER MUCHO POR LAS COMIDAS FAMILIARES.
Por otra parte, el número de horas de televisión que cada niño/a soporta en su infancia es muy elevado. Las consecuencias, con respecto a la alimentación, son:
- L@s niñ@s disminuyen la actividad física y con ello el gasto energético. Esta situación supone corregir en cantidad energética su dieta habitual para evitar problemas derivados del elevado consumo y del poco gasto (obesidad).
- Los niños se dejan influenciar por los anuncios de diferentes alimentos que son los uqe eligen para su dieta, sin medida alguna de su calidad y aptitud. Las personas mayores, a veces tenemos que resolver ese problema tras autenticas batallas.
Hay que tener en cuenta que no todo lo que el mercado ofrece como novedoso es lo más adecuado ni aconsejable. Diferentes formas de yogurt, galletas, aperitivos, precocinados, son fruto del marketing y no de la razón nutricional. Con el tiempo se abandonan pero para entonces ya se han producido los efectos no deseables.

ALIMENTACIÓN DEL NIÑO DE 12 A 18 MESES

Durante esta etapa es necesario que el pequeño definitivamente se acostumbre a otras texturas diferentes al triturado (debe masticar los alimentos).
Su necesidad de alimentos disminuye ya que su ritmo de crecimiento es menor. Además, como el acto de masticar le exige mucho más esfuerzo que tomar purés se cansa antes.
Algunos padres caen en el error de triturar los alimentos para que el pequeño coma más y esto puede acarrear problemas de sobrealimentación y obesidad infantil.

Es normal entonces, que en esta etapa el niño coma menos y no hay que obligarlo a ingerir más alimentos de los necesarios ya que con esto se provoca una digestión pesada (muy larga) y cuando llega la siguiente comida ya no tiene hambre y vuelve a dejar el plato lleno. Forzarlo a comer provoca un ambiente tenso y hostil que lo llevará a aborrecer sentarse en la mesa a la hora de la comida. Es importante dejarlo el tiempo que necesite para comer y no hay que obsesionarse por las cantidades grandes de alimentos, es más importante ofrecer toda la variedad de alimentos que sea posible y con texturas diferentes al triturado.
El niño debe adaptarse a las comidas del resto de la familia (sin modificar su menú) y acostrumbrase a los horarios familiares para comer (la duración de las comidas debe ser de unos 20-30 minutos), debe ir bebiendo agua durante todo el día y debe evitar introducir en la dieta un exceso de golosinas, ricas en azúcares pero sin nutrientes.

ALIMENTACIÓN DEL NIÑO DE 18 A 24 MESES

El pequeño en esta etapa trata de mandar y pone a prueba a sus familiares: no quiere dormir, no quiere hablar y no quiere comer. Le encanta manipular a los adultos y descubre que a través de la comida es muy fácil. Muchas veces, aunque desee comer se niega rotundamente. La madre no debe seguirle el juego, no debe forzarlo a comer ni prepararle otro plato diferente. Se debe mostrar firme, serena y relajada ya que tiene que mostrar a su hijo una imagen creíble (que no se desmorone a la primera dificultad). Si el pequeño ve que sus padres no ceden a su chantaje con la comida renunciará, ya que no repite las experiencias que no le han funcionado antes.
En el comedor escolar el pequeño suele comer todos los platos que le ponen en la mesa sin oponerse ya que de esta manera se siente integrado en el grupo del colegio y en sus normas (incluso se lava las manos y la cara antes y después de comer y colabora en las tareas del comedor. Sin embargo en casa se comporta de otra manera y se opone a los platos que preparan sus padres, con este comportamiento pretende manipular a la familia.

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